Ecos que habitan en mi paleta

A lo largo de mi camino creativo, muchos maestros han acudido a mi musa para nutrirla y guiarla en su expresión.

El genio polifacético de Leonardo da Vinci despertó mi mirada hacia las maravillas ocultas en lo visible.

Impresionistas como Monet influyeron en mi sensibilidad hacia la luz y el color. Al igual que Gaudí y su forma de expresar lo espiritual a través de la naturaleza.

Kandinsky me enseñó a trascender lo figurativo para transmitir estados anímicos. Mientras que Hilma af Klint abrió mi mente a lenguajes simbólicos.

La magia cromática de Chagall y la forma orgánica de O’Keeffe de acercarse a lo telúrico también han dejado huella.

Asimismo, la introspección de Frida Kahlo y la abstracción expresionista de Pollock han nutrido mi búsqueda de significados.

Gracias a la inspiración recibida de estos grandes maestros de la historia del arte, he podido ir desarrollando un sello propio en el que la pintura se hace vehículo de trascendencia, con el que he ido forjando poco a poco mi propio lenguaje plástico, capaz de hacer resonar en el espectador ecos espirituales.